"Temer a Dios, servirle, oír su voz y no ser rebelde a Su Palabra.
No es posible alterar este orden, hay que empezar por el temor." - Ibert Cruz
Para ver las maravillas que el Señor está a punto de hacer, debo dar el paso número dos, servirle.
Servirle es, trabajar en todo sentido para él; Es adorarlo y honrarlo con mi trabajo, tanto en la iglesia como fuera de esta. Es sujetarme al cien por ciento a mi Cristo de la forma en la que me ha enseñado.
Soy su sierva, por eso estoy a su servicio, 24 horas al día, 7 días a la semana.
Servir y adorar a mi Señor es una consecuencia de ser una mujer temerosa de Él.
Una vez que mi vida se rinde ante mi Soberano, lo siguiente es hacer lo que le da placer y aborrecer lo que él aborrece.
Llevo Su nombre como una bandera y esto no debo olvidar. Mi servicio debe ser hecho de tal forma que en todo, mi Dios, reciba honra y gloria.
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